jueves, 26 de febrero de 2009

Laméntome tanto y en tan repetidas ocasiones de aquel hombre, que a veces visita nuestra casa con menos frecuencia cada vez. Y solo lo hace desde la puerta. Se lamentan todos al verlo en su bicicleta y su andar encorbado, la mirada perdida y los ojos tristes. Tristeza que a mi también me dan , esas veces que viene , y sabiendo todos la penosa soledad en la que esta, lo tratamos con el menor de los cariños, y así y todo él lo busca. Aunque en vano quiera comprarlo y en todos sus bienes otorgue nada recibe él a cambio. Por sus muchos errores, y no por maldad, no, él los ha cometido por pura inmadurez mental. Aún sin maldad, él mucho daño ha causado, por su propia estupidez, a mi también. Hoy nos cuesta tratarlo con respeto, pues demasiado se ha equivocado, pero quién esté libre de pecado que lanze la primera piedra ... ! Mucho no puedo hablar, con mucho desprecio lo he tratado a él en algunas ocasiones. Hoy salí a caminar en su compañía, la noche estaba fresca y perfecta para un paseo. Yo sabía que estaba en la peor de las miserias, y que en la soledad más dolorosa en la que un hombre se pueda encontrar en toda su vida. Que tal desaparición lo había llevado a cometer muchas faltas, y estaba siendo el peor de los ingratos con su propia persona, llegando a humillarse de la peor forma. Que los por mayores económicos la estaban enterrando a lo más hondo de la pobreza, y la debilidad mental lo había dejado que sino de malas personas estuviese rodeado. A todas estas desgracias yo debía darle un consuelo, un consuelo, un reto. Con palabras de esas que yo he repetido tantas , tantas e incontables veces, que parecía disco rayado. Era inútil, solo dábame la razón como a los locos, y se hacia responsable de todo, hasta repetía una y otra vez que merecía la muerte, y no por merecerla, no.Sino por el ingenuo facilismo en caracterizó toda su vida, de pronto despojarse de toda aquella desgracia en un solo instante. Necio, imposible de convencer. Una charla como las de siempre, como todas, interminables, sin conclusiones, ni tomas de conciencia, sin certezas, charlas inprovechadas por mucho que me esmero en hacerlo simple. Él no lo entiende o tiene el menor interés en ello. Qué hacer cuando lo veo en la peor de las triztesas, es acaso que él no quiere sino vivir triste lo que le queda de vida. Cuánto duele ver al ver querido en la misma agonía y no puede hacer nada por ello? En el camino me compro un helado, no pude resistirme esa noche, como cuando niña. Ese helado fue lo mas feliz de todo ese día. También quizo decirme los extremos a los que había llegado por esa desgarradora soledad, pero no quise enterarme. Me acompañó hasta mi casa y nos despedimos casi sin mirarnos. Con un "chau" y yo esboce un "Gracias, hasta mañana Pa"

2 comentarios: