miércoles, 18 de febrero de 2009

Di vueltas por la casa repetidamente, después de un mensaje sin respuesta y no encontré que hacer. Fui y vine varias veces, mire por la puerta y la cerré 3 o 4 veces antes de notar que mi gato me seguía en mi ir y venir.
Hace demasiado calor.
No lo pensé mucho, agarre la bicicleta y subí al gato en el canasto, no le gusto mucho la idea, era de esperarse. Pero yo quería un compañero de camino.
A mi derecha en una mesa, había una masetita con flores rojas. Probé ponerla en el canasto, y no hubo complicaciones. Si, saque a pasear a las flores, qué tenia de malo?
No lo pensé mucho más y salimos.
EL sol pegaba fuerte, pero que sentimiento de despoje y libertad, q parecía el más fresco aire de montaña o del mismo mar. Las flores comparten mi felicidad, nos miramos, y reímos.
Pasamos por calles enpedradas, calles de arena, pavimentadas y de tierra , y hasta por rutas que a otros poblares nos llevan.
Fuimos por esquinas, avenidas, callejuelas, callejones y veredas.
No había gente en las calles, ni bicicletas, ni flores paseando en bicicletas.
Pasamos por la casa de mi tío. Y mas allá por donde mi papa se aloja.
Seguí mas lejos, por la ruta q antes era de tierra y deje Oliva atrás. Me sentí importante y feliz al verla achicarse en la lejanía.
Con el viento en contra y el espejismo al final de la ruta, veíamos los campos sembrados y de pronto todo fue verde y amarillo, menos ellas claro y las sandías que adornan mi blusa.
El aire fresco compensaba el calor. Llegamos hasta la antigua casa de campo donde había nacido mi papa.Vivía gente ahora, y tenia una entrada pintada de amarillo. Lo que antes era la fabrica de queso, ahora era una estancia sembrada que se llamaba "Yeyi". Supe que no podía entrar, pegamos la vuelta.
No fue mucho mi entusiasmo por volver, pasamos por la "terminal" y ahí termine de entristecer, las flores me miraban.
Espero el día de volver. Cerré los ojos y con una mano en mi pecho, desee con todo mi corazón "un viaje mas". Sonreí, y también ellas. Seguimos hasta casa.
Cuando llegamos, entramos y nos recibió mi gato, muerto de la envidia.
Ah! y mi hermano había roto la computadora.

1 comentario:

  1. Recuerdo que de niño solia hacer algo asi. Empacaba mis juguetes con deseos de irme, llegaba hasta el porton de mi casa que siempre estaba cerrado, lo cuál hacia que mis viajes sean alrededor de mi casa.
    Después descansar, por que estos viajes eran en las mañanas. Así que tenía sueño siempre. Lo bueno de eso, creo yo, fue que me detenia y seguia mi viaje, sin moverme. Era pensar en que cosas había allá afuera...cosas que desconozco y no saben que me esperan.
    Y si, aún hoy quiero hacer viajes asi. Todavía me sigue ese sentimiento. Lo bueno que tenés es que vos sabes donde quieres ir...
    Saludos Jess G ( para mi eres si)

    ResponderEliminar