viernes, 20 de febrero de 2009

La lluvia


Ella no entendía porqué su amante gustaba tanto de la lluvia. Aunque ella conocía bien a ésta y le causaba un poco de desprecio y recélo, quería saber verdaderamente cuál era el encanto.
Ella no la odiaba del todo, pero admitía aveces estar celosa de la lluvia.
Quizá también su molestia provenga de aquel julio de 2007 en el que había sufrido tanto la lluvia y el frio que le moleste todo lo que le haga temblar y enrojecer las manos. Pero también es verdad hay lluvias de verano, contra ellas no tenía nada.
Su corazón sabe que la razón más grande por la cual odia a la lluvia es porque le recuerdan a las lágrimas. A esos llantos que ella ha tenido, tan acaudalados en los que sentía que perdía el alma.
Un día, en una de estas tardes interminables de color, en donde la frescura no era posible, y su casa parecía una perfecta hoguera, más un ruido ensordecedor que provenía de los ventiladores; se fué a caminar no sin llevar un libro que hacía alucion a ésta, la lluvia.
Llegó a un lugar rodeado de árboles ahí pudo encontrarse con un poco de sombra y húmeda frescura en el suelo. No era perfecto pero el calor abrasador del asfalto del pueblo no daba lugar a un paso más.
Estaba tan cansada y como sombrero no había llevado, el calor hiso q casi callera sentada y se apoyase sobre el árbol, y allí sin abrir el libro se quedó largo rato.
Pensó que muy poco sabía elegir los horarios para salir, y que no aprendía a dejar su casa impulsivamente sin pensar en lo bueno que hubiece sido, haber traído un poco de agua por ejemplo.
De pronto . . .
. . . sombras gigantescas a sus pies, rodeáronla a ella y a los árboles, y a todo su alrededor. Miro hacia arriba y vió nubes grises, grandes, como elefantes: ¡Va a llover!
Ahí se odió más, por no darse cuenta de ello, por salir de su casa sin pensarlo, ahora no sabía si llegaría sin quedar toda empapada. Más cuando notó que ropas claras llevaba !
Después . . . reaccionó. Y se acordó de cuán mareada estaba por el calor, de cuánto había quejádose por no tener agua, y qué era lo que había hecho que saliera abajo de ese terrrible sol:
- Anoche hablamos, y me volviste a dejar claro tu amor por la lluvia. - Pensó en voz alta.
Llovió. Una gota, otra, muchas. El sonido tuvo rendición. Llovió a torrentes. Ella se quedo sin moverse, mirando la nada.
Lo supo, la frescura era posible ahora, en toda la cuidad, en todos, pero sobretodo en mi, en mi y nadie más que para mi.
Era demasiada la dicha. Había en el aire olor a tierra mojada y revoloteaban en la atmósfera las luces de cristal de las gotas saltonas. Y el ruido.. acompasado. Quiso imitar al cielo, dándose y dando a todos semejante placer.
Ella estaba empapada, y no se movió mucho, solo por meter su libro en el bolso. Cuánta fortuna tenia ella y los arboles de haber recibido aquel regalo.
Dijo: como no hacer entendido tu amor por ella, lo sentís con cada átomo de tu cuerpo, la anidas en tus oídos y lo gozas con inefable delicia. No he sido tonta, en cambio por tener celos de ella; pues tan imposible sería para mi imitarla en gracia, olor y esa forma de hacerte el amor.

3 comentarios:

  1. hola
    te dejo un saludito y si quieres pasar por mi blog de argentinos en Italia

    chau

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  2. me gustan mucho algunas cosas de tu blog...nada..las leia y queria compartirlas con vos....creo que sos una mujer digna de ser disfrutada con los 5 sentidos (si es que hay 5 y no nos mintieron) besos Jess

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  3. Gracias Mary ^^ Me alegro mucho que m hayas leido asi y te haya gustado (feliz) Besos !

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